2-1. El Mallorca pierde en Málaga la mirada del tigre

El Mallorca perdió hoy en Málaga mucho más que un partido. Por primera vez en la temporada el equipo dejó de tener hambre, y de su falta de voracidad se aprovechó un adversario ruinoso que obtuvo un resultado que le sirve para tomar oxígeno. El Málaga fue el que mostró la mirada del tigre, y con eso le alcanzó para rescatar tres puntos que nunca debió permitir que se esfumaran el grupo de Manzano. La imagen conformista y acomodada que desparramó sobre La Rosaleda no debe volver a repetirse. En caso contrario, el magnifico trabajo efectuado hasta ahora pronto no servirá de nada.

El Mallorca es superior al Málaga y debió haberlo demostrado. Era una ocasión única para asestar un golpe de efecto y dejar tiritando la parte de arriba de la Liga. Sin embargo el equipo salió al campo creyendo que con su talento sería suficiente, y se olvidó que su principal virtud no es otra que el trabajo. Con Borja en la grada, no hay ni un solo pelotero superlativo. En Pamplona todo funcionó porque el grupo se echó la pala al hombro y derrochó sudor. Justo lo que no sucedió en La Rosaleda, a pesar de que es cierto que en el último minuto Aduriz falló dos oportunidades que un delantero centro de su categoría no puede dejar de transformar. Ese gol hubiera maquillado el resultado, pero no hubiera conseguido ocultar la realidad de que hoy, en la última jornada del año, no salió casi nada bien. Ni siquiera la esperada revancha de Aouate sobre Munúa. El destino fue muy cruel con el portero hebrero. Eligió el peor momento posible para castigarle con su peor partido de la temporada.

Todo arrancó desde el despropósito. La primera parte fue un sin vivir de errores en cadena, y de uno de ellos surgió el primer gol del Málaga. A los 23 minutos Duda botó una falta sin peligro aparente, pero en el despeje Aouate y Ramis se estorbaron, el portero dejó escapar el balón y por ahí apareció Fernando para rematar a portería vacía. Mientras el ex del Betis celebraba su gol, israelí y mallorquín se miraron buscando compartir responsabilidades. Pero no hay justificación. En el área pequeña un grito del guardameta debe ser suficiente para otorgarle la hegemonía que lleva implícita la peculiaridad de su demarcación.

El Mallorca transitó por el resto de la primera parte como un alma en pena, incapaz de ver el partido de cara. Antes del gol su única aportación destacada había sido una incursión de Josemi que no supo resolver en el área pequeña, y luego, antes de que el árbitro les mandara a todos a los vestuarios, no llegó ni una sola vez más cerca de Munúa. En realidad lo dejaba todo para la segunda parte.

Y así fue, porque en el segundo tiempo las dos defensas comenzaron a sangrar, y de su hemorragia surgió una ocasión tras otra. Keita tuvo la primera nada más arrancar, y su deficiente resolución no hizo sino demostrar por qué es jugador revulsivo y no un proyecto de titular. El guineano es bueno para martillear adversarios heridos, pero saliendo desde el principio deja mucho que desear. Manzano tiró de él porque el año pasado fue el verdugo del Málaga en Liga y Copa, pero esta vez pasó por el partido como un fantasma.

A los 56 minutos, con mucho partido aún por delante, Julio Alvarez cazó un balón en el área y lo cruzó lejos de Munúa para darle al Mallorca el empate y una nueva oportunidad. El partido comenzó de nuevo, y durante un buen rato muchos pensaron que los de Manzano impondrían su jerarquía. Así debió ser, pero tras una ocasión errada por Obinna, a Aouate se le vino el mundo encima cuando no supo medir las consecuencias del cabezazo del argentino Forestieri. Cuando el balón impactó con la frente del delantero nadie pensó que aquello acabaría en la red, pero el portero israelí cometió el que quizás haya sido el error más flagrante desde que viste la camiseta del Mallorca.

Con un cuarto de hora aún por delante, el equipo se lanzó a un ataque desesperado en busca del mal menor del empate, pero está claro que no era su tarde, y toda la fortuna que le sonrió en ocasiones anteriores se le puso en contra. En el descuento, con todo a favor, Aduriz falló dos ocasiones seguidas en el área pequeña. Antes, Ramis se había lesionado y Nunes había sido amonestado con la quinta tarjeta amarilla de la temporada, para convertir en negra la última tarde de fútbol de 2009. Ahora, cuando el balón vuelva a rodar en la primera semana de enero, toca recomponer el equipo y buscar soluciones en defensa. Pero, sobre todo, toda recuperar la mirada del tigre. De no ser así, el Mallorca no dejará de ser un equipo más de una categoría en la que falta calidad y sobra mediocridad.