2-0. ¡¡QUÉ RABIA!!

No puede haber castigo más cruel ni mayor sensación de rabia. El Sevilla arrebató la Champions al Mallorca con su último hálito de vida, con todos los jugadores arrodillados sobre el terreno de juego viendo el descuento del partido de Almería y con la grada celebrando uno de los mayores éxitos contemporáneos de la historia del club. El gol de Rodri en la última jugada fue una puñalada en el corazón del mallorquinismo. Una sádica mueca del destino.

El Mallorca daba por sentado el triunfo del Sevilla, pero la jornada le fue devolviendo el ánimo poco a poco, hasta que a las once y media de la noche toda una isla empezó a creer en los milagros. Son Moix se llenó de ilusión, los jugadores se miraron sin ser capaces de articular ni una palabra, y Manzano cerró durante un buen rato los ojos. Cuando los abrió fue para llevarse uno de los palos más grandes de su carrera.

Antes, el equipo ya se había encargado de hacer los deberes. Tal y como se esperaba, el Espanyol no fue rival para un Mallorca empeñado en despedirse por la puerta grande de una temporada histórica en la que ha atrapado la quinta plaza, y en la que esta plantilla ha demostrado desde el principio hasta el final su extraordinaria profesionalidad.

Tras un arranque tibio en el que el Espanyol se acercó con cierto peligro a la portería de Aouate, el Mallorca sacó una de sus mejores armas para ajusticiar el partido. Castro volvió a cabalgar una vez más por la izquierda y llegó hasta la línea de fondo para regalarle a Víctor el primer gol de la noche.

Durante un buen rato el segundo gol se vio venir, pero ni Aduriz primero ni Víctor después estuvieron acertados ante la portería contraria, en un instante en el que la tarde parecía ir según lo esperado, con la victoria parcial del Sevilla en Almería. Sin embargo, en el último minuto de la primera parte Soriano lo dinamitó todo con el gol que situaba al Mallorca en la Champions.

La euforia duró 20 minutos, hasta que el Sevilla hizo el segundo, pero el nuevo empate del Almería, en la recta final, desbordó todas las previsiones. Entonces el partido de Palma ya carecía de interés, aunque por si acaso Mario Suárez se encargó de resolverlo con una volea espectacular tras un saque de falta. El Mallorca empezó a creer, y cuando el partido de Almería entró en la prolongación se sintió favorecido por el destino. Pero luego llegó el mazazo. Y vaya mazazo.