La responsabilidad de Manzano en el éxodo de aficionados (1): su desprecio hacia la cantera mallorquina

Gregorio Manzano cumplió órdenes y ha dado hoy un paso atrás, pero fiel a su estilo no rectificó ni una sola de las manifestaciones efectuadas durante su gira madrileña. Desde luego es cierto que la grada de Son Moix está cada vez más vacía, pero en contra de lo que cree el entrenador, que siempre mira a su alrededor en busca de culpables en vez de bajar los ojos y echar un vistazo a su propio ombligo (frase de cuño manzanista), él es uno de los principales responsables del éxodo de aficionados.
Manzano enarbola la bandera de los resultados para defenderse contra el rechazo que la grada muestra hacia su proyecto, y es cierto que nadie puede negarle que durante los más de 200 partidos oficiales en los que ha estado sentado en el banquillo del Mallorca ha conseguido darle al club una estabilidad inimaginable en otras épocas. Ahora bien, lo que él oculta con astucia es lo que ha costado esa estabilidad. Y lo que se ha tenido que sacrificar a cambio.
El es hombre de récords. Le gusta presumir de ellos y la verdad es que ha amasado un montón. Pero hay uno del que nunca habla, y del que es tan responsable como de las ocho victorias consecutivas que lleva ahora mismo el equipo en Son Moix: su desprecio absoluto a la cantera mallorquina.
El domingo cumplirá 185 partidos de Liga como entrenador del Mallorca. Debería ser más que suficiente para elaborar un proyecto de cantera solvente, pero los números demuestran su fracaso. Durante media década sólo ha sido capaz de ascender al primer equipo a TRES JUGADORES, y dos de ellos de manera testimonial. Manzano ha sido el responsable del debut en Primera División de Tuni, Alberto y N’Sué, pero si el primero suma ya más de cien partidos, el segundo sólo fue utilizado nueve minutos en Murcia, y el delantero, ahora cedido a la Real Sociedad, intervino en dos partidos en los que acumuló diez minutos. Eso es todo lo que ha utilizado Manzano la cantera mallorquina, porque cuando llegó en su primera etapa ya se encontró a Albert Riera consolidado y en la segunda ya habían debutado Moyà, Iván Ramis y Víctor, que fue el último futbolista nativo que llegó para quedarse. Han pasado cinco temporadas desde entonces.
El entrenador, en cambio, ha impuesto año tras año tener a su disposición plantillas desmesuradas formadas del primero al último por profesionales consolidados, lo que ha supuesto un coste enorme que ha tenido que asumir el club. Ahí está uno de los motivos de la zozobra económica que padece ahora el Mallorca.
El rechazo sistemático de Manzano hacia los futbolistas mallorquines ha despojado a la entidad de símbolos con los que pueda identificarse la grada. Uno tras otro todos los jugadores que han destacado en el filial se han encontrado con la puerta del primer equipo cerrada a cal y canto. Y si es cierto que la cantera no ha producido en estos últimos años ningún futbolista de gran relieve, también lo es que algunos de los que han tenido que hacer las maletas hubieran podido cubrir con absoluta dignidad huecos en la primera plantilla que se han ocupado con fichajes de calidad dudosa.
La tribuna percibe esa sensación de desarraigo y reclama un cambio de política que con Manzano es implanteable. Esa es una de las causas del desalojo que sufre ahora el estadio. Y el responsable, desde luego, no es el mallorquín que prefiere la paella al fútbol.