2-0. El Mallorca le brinda al Real Madrid la victoria más cómoda de la temporada

El Real Madrid cortó de raíz el sueño del Mallorca y le dejó sin opción a la sorpresa con dos goles en los comienzos de cada tiempo que condicionaron el partido y lo convirtieron en un paseo militar para el equipo de Pellegrini, que no necesitó pasar de la tercera marcha para sumar su novena victoria en casa. Es evidente que en el combate cuerpo a cuerpo no hay color entre unos y otros. Sería absurdo pretender lo contrario. Ahora bien, también es cierto que se esperaba mucha más resistencia por parte de un grupo que hasta ahora había demostrado su espíritu en campos muy difíciles. Pero hoy en el Bernabéu no se supo adaptar ni al escenario, ni al rival ni a la climatología, y sumó su segunda derrota consecutiva en cuatro días, ambas en Madrid.

Manzano dibujó en la pizarra cómo quería que fuera el partido y preparó a sus jugadores para arrebatarle el balón al Real Madrid, pero no contó con que a los siete minutos el argentino Higuaín iba a soltar un zurdazo desde fuera del área que se alojó en la escuadra de Aouate, que sólo pudo seguir con la mirada la trayectoria del balón. El 1-0 lo cambió todo, y nada de lo que había dicho el entrenador en el vestuario pudo ser puesto en práctica. Luego, con muchísimo tiempo por delante, el Mallorca fue incapaz de volver a engancharse al partido, mientras su rival se dedicaba a circular por el nevado césped del Bernabéu sin más ambición que resolver el trámite y acudir cuando antes al confort de la ducha de agua caliente, porque ahí abajo estaba claro que no iba a tener ninguna dificultad para retener los tres puntos y meterle presión al Barcelona.

Sometido por su propia falta de fe, el Mallorca apenas llegó ante Casillas, que no tuvo ocasión ni siquiera de sacudirse el frío. De la primera parte sólo vale la pena rescatar un cabezazo de Castro que se marchó fuera, y de la segunda apenas un pase al que no llegó el guineano Keita, que además se llevó de la jugada una tarjeta amarilla. Eso fue todo lo que hizo el equipo ayer en el Bernabéu, despreciando las fantásticas estadísticas con las que se presentó en el estadio de la Castellana, donde el año pasado había ganado con absoluta autoridad.

Tampoco el Madrid hizo más que lo justo y necesario. Marcó en el arranque del partido y repitió suerte a poco de la reanudación gracias a una volea de Granero en el área pequeña. Luego es cierto que pudo marcar más goles, pero su fútbol no lo merecía. El equipo de Pellegrini se movió por oleadas y sus cracks apenas entraron en juego, hasta el punto de que el mejor futbolista del partido fue el donostiarra Xabi Alonso. Claro que como enfrente no le exigieron demasiado, no fue necesario ni siquiera que pusieran el pie en el acelerador. Todo fue para el Madrid un remanso de paz.


P.D. No he querido hablar hasta después del partido sobre las desafortunadísimas declaraciones de Manzano hoy en El País. Hay líneas que no se deben cruzar, y el entrenador lo ha hecho. Como mallorquín, me siento insultado, y espero urgentemente que pida perdón, porque él no es nadie para juzgar el caracter de un pueblo al que lo único que debe hacer es darle las gracias por alimentarle cada día. No me lo esperaba de Manzano y admito que estoy profundamente decepcionado.