0-1. España se queda al borde del abismo

A finales de diciembre de 2008 tuve el privilegio de comer con Luis Aragonés en Madrid, durante el parón navideño de la Liga turca, y en los postres, después de haberme dejado hablar más de dos horas, me preguntó cuál creía que era yo la razón por la que España había sido campeona de la Eurocopa. "Pues porque fuimos los que mejor jugamos a fútbol", le respondí. Luis me miró, se rió y movió la cabeza de un lado a otro. "Hay muchos equipos que juegan bien y pierden. No. La verdadera razón por la que fuimos campeones fue nuestra fortaleza defensiva. Ni Italia, ni Rusia ni Alemania pudieron marcarnos un solo gol. Por eso fuimos campeones. Las Eurocopas y los Mundiales nunca los ganan los que juegan bien. Los que ganan son los que defienden bien".
Hoy me he acordado más que nunca de la última lección de sabiduría que me dio Luis Aragonés. España ha llegado al Mundial con la vitola de favorita, y a las primeras de cambio una selección de segundo nivel como Suiza le ha bajado de las nubes. ¿Por qué? Pues porque al contrario de lo que puede parecer, el problema no ha sido su inoperancia ofensiva, sino su bajo rendimiento defensivo. Sin hacer nada, Suiza ha marcado un gol, ha estrellado un balón en el poste y ha tenido un par de ocasiones claras de gol. Y estamos hablando de uno de los equipos más mediocres del torneo.
Hay tiempo todavía para cambiar la tendencia, pero no nos equivoquemos porque a partir de ahora el margen de error es inexistente. Lo que parecía ser un sueño lleva camino de convertirse en una pesadilla, al igual que sucedió en 1998, cuando España, con un equipazo, no pudo pasar la primera ronda.